jueves, 31 de mayo de 2012

Peregrinando desde 1810

A los peregrinos de la República Argentina especialmente, y a otros peregrinos de otros países también, nos puede servir este extracto de la homilía que pronunció el Sr. Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina, en ocasión del "Te Deum" al que no asistió ni la Presidente ni el Jefe de Gobierno de la Ciudad.
Al que quiera leer la totalidad del mensaje, que no tiene desperdicio, lo remito al siguiente vínculo:

"Salvando los vaivenes de la historia y las ambigüedades de los hombres, nuestros padres de Mayo, con sus muchas diferencias y errores, apostaron a la confianza mutua que es raíz y fruto del amor. La confianza de poder poner las bases para conducir nuestro propio destino y todo lo que simbolizamos como Patria y Nación. Y sin enunciados previos, un verdadero amor social se fue dando en el sacrificio diario de la construcción de esta Nación. Sangre y trabajo, renuncias y destierros llenan las páginas de nuestra historia. Aun oponiéndose el odio fratricida y las ambiciones particulares que traban y atrasan, no hacen sino confirmar que el amor a aquel proyecto fundante iba llevando a cabo este sueño de ser argentino. Inconcluso o truncado, herido o debilitado, el sueño está ahí para seguir siendo realizado y el Evangelio que hoy nos ilumina nos recuerda el amor fundante.

Un amor que exige “todo tu corazón y tu alma, tu espíritu y tus fuerzas” porque Jesús sabe, como lo sabían los sabios de Israel, que quien ama así a Dios no teme hacerlo con los demás, le sale solo y ligero. Los que aman con todo su ser, aun llenos de debilidades y límites, son los que vuelan con ligereza, libres de influencias y presiones. Quien no ama de “corazón y espíritu” se arrastra pesadamente entre sus especulaciones y miedos, se siente perseguido y amenazado, necesita reforzar su poder sin parar ni medir las consecuencias.

Jesús no da sólo un mandamiento en el sentido más común de la palabra sino que proclama la única forma de fundar un vínculo y una comunidad que sea humanizadora: el amor gratuito, sin reclamos, que es consistente por convicciones, que siente y piensa a los otros como prójimos, es decir como a sí mismo. Es cierto que resulta difícil encontrar un ser humano que no sienta la necesidad, la carencia o el deseo dirigido al amor, pero también es verdad que nuestras limitadas condiciones siempre lo estrechan y repliegan a los propios intereses. El amor que propone Jesús es gratuito e ilimitado y por ello muchos lo consideran, a El y su enseñanza, un delirio, una locura y prefieren conformarse con la mediocridad ambigua… sin críticas ni desafíos. Y esos mismos predicadores de la mediocridad cultural y social reclaman, cuando sus intereses se ven afectados, actitudes éticas  por parte de los demás y de las autoridades. Pero ¿en qué se puede fundar una ética sino en el interés que “el otro” y “los otros” me despiertan desde el amor como convicción y actitud fundamental?, es decir desde esta “locura” que Jesús propone.

Esta “locura” del mandamiento del amor que propone el Señor y nos defiende en nuestro ser aleja también las otras “locuras” tan cotidianas que mienten y dañan y terminan impidiendo la realización del proyecto de Nación: la del relativismo y la del poder como ideología única. El relativismo que, con la excusa del respeto de las diferencias, homogeiniza en la transgresión y en la demagogia; todo lo permite para no asumir la contrariedad que exige el coraje maduro de sostener valores y principios. El relativismo es, curiosamente, absolutista y totalitario, no permite diferir del propio relativismo, en nada difiere con el “cállese” o “no te metas”.

El poder como ideología única es otra mentira. Si los prejuicios ideológicos deforman la mirada sobre el prójimo y la sociedad según las propias seguridades y miedos, el poder hecho ideología única acentúa el foco persecutorio y prejuicioso de que “todas las posturas son esquemas de poder” y “todos buscan dominar sobre los otros”. De esta manera se erosiona la confianza social que, como señalé, es raíz y fruto del amor.

Jesús, en cambio,  manifestó el poder del amor como servicio. Por más que se lo destruya el poder del amor como servicio siempre resucita. Su fuente está más allá de toda indicación humana; es la paternidad amorosa de Dios, fuente inalcanzable e incuestionable. El amor procurado por uno al otro hace que éste no sea manipulado ni malintepretado. Sólo lo superior, el amor de Dios, afianza el poder de Jesús.
Nosotros somos invitados a refundarnos en la soberanía del amor simple y profundo, del amor que hoy escuchamos en el Evangelio, mandamiento que anuda el amor de Cristo y de Dios Padre en los vínculos y la dignidad de los otros amados como “a nosotros mismos”. Pero, en cambio, cuando se utiliza el nombre de Dios para someter y violentar, o a cualquier otra entidad real o ideológica para lo mismo, se cae en pura idolatría y, cuando lo hacemos, no obramos como El obra con nosotros."

domingo, 20 de mayo de 2012

La Ascensión del Señor

Peregrinando hacia arriba

 "El Señor Jesús, después de haberles dado sus últimas instrucciones a los Apóstoles que había elegido, ascendió al cielo "... Los miembros del Cuerpo de Cristo deben seguir a su maestro, su cabeza, que ascendió hoy. Nos precedió, para prepararnos un sitio (Jn 14,2), a nosotros que lo seguimos, de modo que pudiéramos decir con la novia del Cantar de los Cantares: "Correremos en pos de ti" (1,4)...

        ¿Queremos seguirlo? Debemos también considerar el camino que nos mostró durante treinta y tres años: camino de pobreza y de indigencia, a veces muy amargo. Debemos seguir completamente el mismo camino si queremos ascender, con él, por encima de los cielos. Aunque todos los maestros hayan muerto y todos los libros quemados, encontraremos siempre, en su vida santa, una enseñanza suficiente, porque él mismo es el camino y no otro (Jn 14,6). Sigamoslo pues.

        De la misma manera que el imán atrae el hierro, así Cristo misericordioso, atrae todos los corazones que ha tocado. El hierro atraído por la fuerza del imán se levanta por encima de su ser natural, pasa por encima, aunque esto sea contrario a su naturaleza. No se detiene hasta que él mismo se haya elevado. Así es como todos aquellos que son atraídos en el fondo de su corazón por Cristo, no retienen más la alegría ni el sufrimiento. Ascienden hasta él...

        Cuando no se es atraido, no hay que imputárselo a Dios. Dios toca, empuja, advierte y desea por igual a todos los hombres, quiere por igual a todos los hombres, pero su acción, su advertencia y sus dones son recibidos y aceptados de un modo muy desigual... Amamos y buscamos otra cosa distinta a él, he aquí porque los dones que Dios ofrece sin cesar a cada hombre quedan a veces inútiles... Podemos salir de este estado de alma sólo con un celo valiente y decidido y con una oración muy sincera, interior y perseverante.

de  Juan Taulero (v. 1300-1361), dominico en Estrasbourgo
Sermón 20, 3º para la Ascensión

martes, 8 de mayo de 2012

En su día, oración a la Santísima Virgen de Luján, 
Patrona de la Argentina y Madre de los Peregrinos

Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra. Nuestra Señora de Luján, Patrona de nuestra Patria; hoy alzamos nuestros ojos y nuestros brazos hacia tí... Madre de la Esperanza, de los pobres y de los peregrinos, escúchanos...
Hoy te pedimos por Argentina, por nuestro pueblo. Ilumina nuestra patria con el sol de justicia, con la luz de una mañana nueva, que es la luz de Jesús. Enciende el fuego nuevo del amor entre hermanos.
Unidos estamos bajo la celeste y blanca de nuestra bandera, y los colores de tu manto, para contarte que: hoy falta el pan material en muchas, muchas casas, pero también falta el pan de la verdad y la justicia en muchas mentes. Falta el pan del amor entre hermanos y falta el pan de Jesús en los corazones.
Te pedimos madre, que extingas el odio, que ahogues las ambiciones desmedidas, que arranques el ansia febril de buscar solamente los bienes materiales y derrama sobre nuestro suelo, la semilla de la humildad, de la comprensión. Ahoga la mala hierba de la soberbia, que ningún Caín pueda plantar su tienda sobre nuestro suelo, pero tampoco que ningún Abel inocente bañe con su sangre nuestras calles.
Haz madre que comprendamos que somos hermanos, nacidos bajo un mismo cielo, y bajo una misma bandera. Que sufrimos todos juntos las mismas penas y las mismas alegrías. Ilumina nuestra esperanza, alivia nuestra pobreza material y espiritual y que tomados de tu mano digamos más fuerte que nunca: ¡ARGENTINA! ¡ARGENTINA, CANTA Y CAMINA!