domingo, 24 de septiembre de 2017

CORRECTIO FILIALIS DE HAERESIBUS PROPAGATIS

Acerca de la Corrección Filial dirigida a SS Franciscus efectuada por más de sesenta teólogos y expertos respecto de la divulgación de herejías, partiendo de la "Amoris Laetitia".



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CORRECTIO FILIALIS DE HAERESIBUS PROPAGATIS
16 de julio de 2017
Fiesta de la Vírgen del Carmen

Santo Padre,
Con profunda aflicción,  pero  impulsados por la fidelidad a Nuestro Señor Jesucristo, por el amor a la Iglesia y al papado
y por la devoción filial hacia Usted, nos vemos obligados a dirigir una corrección a Su Santidad,a causa de la propagación de herejías ocasionada por la Exhortación apostólica Amoris laetitia y por otras palabras, hechos y omisiones de Su Santidad.


jueves, 20 de abril de 2017

El tiempo fuerte de Pascua de Resurrección

¡No tengan miedo!

Más que nunca tenemos necesidad de entender esta palabra de Cristo Resucitado: “¡No tengáis miedo!” Es una necesidad para el hombre de hoy… que no cesa de tener miedo en su fuero interno y no sin razón… Es igualmente una necesidad para todos los pueblos y todas las naciones del mundo entero. Es necesario que, en la conciencia de cada ser humano, se fortifique la certeza de que existe Alguien que tiene en sus manos el futuro del mundo que pasa, Alguien que guarda las llaves de la muerte y de  los abismos (Ap 1,18), Alguien que es el Alfa y la Omega de la historia del hombre (Ap 22,13), ya sea individual o colectiva; y sobre todo la certeza de que este Alguien es Amor, el Amor hecho hombre, el Amor crucificado y resucitado, el Amor siempre presente en medio de los hombres. Él es el Amor eucarístico. Es fuente inagotable de comunión. Es el único a quien podemos creer sin la más mínima reserva cuando nos pide: “¡No tengáis miedo!” 

 San Juan Pablo II (1920-2005), papa
Cruzando El Umbral de la Esperanza, "Para no tener miedo"

domingo, 9 de abril de 2017

Los Peregrinos de la Reparación

Reflexión del Domingo de Ramos.

Estamos viviendo esta Cuaresma y Semana Santa con una mochila de peregrinos cargada durante todo un año con las recomendaciones de misericordia a las cuales nos han exhortado todos nuestros pastores.

Las puertas del Año Santo se abrieron y cerraron, y seguimos repitiendo: "misericordiosos como el Padre". Más que mochila de viajero, parece una bolsa de acopio de miserias humanas.
Pero la misericordia no tiene sentido sin la justicia, ni esta sin la misericordia, decía Santo Tomás.
En este entendimiento, hoy contemplamos a Nuestro Señor entrando a Jerusalem como el príncipe de la paz.

Se ha repetido hasta el cansancio la mansedumbre y la humildad del Señor y su posterior obediencia ante insultos, vejámenes, golpes, salivazos, incomprensión y al final, la muerte, y muerte de cruz.
Muchos predicadores han deducido de ello que si bien Jesús es rey, es un rey pacífico, que presenta la otra mejilla, esbozando un paradigma social a mi juicio errado.
Errado, pues se olvidan que Él mismo aclaró que su Reino no es de este mundo, y sus enemigos no eran los hombres, sino Satanás, la serpiente antigua.

Recordemos:
"He visto a satanás caer del cielo como un rayo"
"Cuando el Hijo del Hombre sea levantado hacia lo alto, atraerá a todos hacia Él"
"Yo no he venido a traer la paz, sino la guerra"
Nuestro Rey, el Mesías, es el Pantócrator, el que tomará posesión de Su Reino y precipitará al abismo a la serpiente antigua, padre de todas las mentiras, el homicida desde el principio. Es un Rey Guerrero.

Así su agonía en el Monte de los Olivos y su crucifixión, no se pueden separar de la Pascua, la Resurrección, y el final de los tiempos. Un drama y una lucha cósmica. El Rey de la vida estuvo muerto, y ha resucitado: muerte, dónde está tu aguijón?

Mientras conmemoramos cada año este misterio, debe este dolernos en carne propia, pues es razonable considerar  que cada uno de nosotros -como los judíos que cantaban hosanna el domingo de ramos- también lo hemos traicionado en poco tiempo, el viernes santo.

Así, cada peregrino debería llevar en su mochila su propio viernes santo, y también la esperanza del perdón divino y nuestra redención en Su resurrección.

Pero mientras tanto, a la espera de Su segunda venida, hay algo importante que considerar, y que afecta el itinerario y comportamiento de un peregrino ya no sólo en Cuaresma, sino durante todo el año.

Jesús está presente -es el Enmanuel- cada día junto a nosotros hasta el fin de los tiempos.
Como nunca, el mundo o lo ignora, o lo desprecia y lo ataca. Quieren prender fuego los templos donde Él habita en donde lo adoramos en espíritu y verdad. Frente a ellos se realizan parodias donde mujeres caracterizadas en sus atuendos como Nuestra Señora, con sangre de animales, simulan el aborto de Nuestro Señor.
Y así, pareciera que siguen peor las afrentas al Rey, con robos de hostias consagradas, rituales y misas negras. Sin contar las persecuciones a todo lo que significa el signo de la cruz por parte de mahometanos y de otras religiones, en todo el orbe. La mano de satanás y el humo de la abominación son visibles a simple vista.

¿Qué nos queda a nosotros los peregrinos?
No basta con rezar y caminar. No basta con la misericordia.
Ha llegado el tiempo de la Reparación.
Cada dolor en nuestro camino, cada fatiga, cada desazón, cada contratiempo, deben convertirse en un buen inicio de reparación al honor de Dios.
Debemos luchar por el honor de Dios, como lo hizo Santo Tomás Becket.

Hermanos peregrinos, no dejemos desde hoy al Señor solo de soledad absoluta, clamando en el momento de la desolación. 
Digamos a coro: acá estamos Señor, porque nos has llamado! Así sea.