miércoles, 22 de diciembre de 2010

Magia Embotellada


El mensaje gráfico y multimedia de la compañía Coca Coca para esta Navidad es:“Unidos hacemos la magia realidad”.
Mucho se ha dicho y escrito sobre el aprovechamiento de las fiestas cristianas para hacer de ellas nada más que una época del año en las que se alienta de manera particular el consumismo.
Debido a eso, muchos niños de hoy viven y experimentan la Navidad como la venida de un mítico viejo gordo que trae regalos, y no saben que en realidad lo que se conmemora y festeja es la Encarnación del Verbo, o dicho sencillamente, el nacimiento de Jesús Nuestro Señor.
Hace poco, Monseñor Fabriciano Sigampa, Arzobispo de Resistencia, hizo rasgar las vestiduras de muchos comerciantes y no pocos padres, a través de los medios, pues dijo que a los niños había que decirles sin ambages que los regalos que reciben se los compran sus padres con el esfuerzo de su trabajo.
Es un hecho que el auge del Santa Claus, modelo americano (hay otros), se debe a la empresa de refrescos que más vende en el mundo.
En el siglo XX, la empresa Coca-Cola encargó al pintor Habdon Sundblom que remodelara la figura de Santa Claus/Papá Noel para hacerlo más humano y creíble. Esta versión data de 1931.
En este punto, sin embargo hay que aclarar que quizás sea solamente una leyenda urbana la creencia de que el color rojo y blanco de Santa Claus tenga su origen en los anuncios que la marca Coca-Cola empezó a hacer a partir de 1931, aunque sí es cierto que contribuyeron masivamente a la popularización de estos colores y del mito mismo.
Hay muchas ilustraciones y descripciones anteriores al anuncio como la de Thomas Nast (1869) o St. Nicholas Magazine (1926), entre otras; eso sin considerar además las antiguas representaciones religiosas del obispo San Nicolás de Mira ó San Nicolás de Bari, en las que es común el color rojo y blanco de la vestimenta religiosa, si bien es cierto que desde mediados de 1800 hasta principios de 1900 no hubo una asignación concreta al color de Santa Claus, siendo el verde uno de los más usados.
Por lo tanto, se considera que la campaña masiva de Coca-Cola fue una de las principales razones por las cuales Santa Claus terminó vestído de color rojo y blanco, casualmente los colores institucionales de la compañía.
De todo lo antedicho lo más preocupante es, evidentemente, la desaparición de la Navidad cristiana, a la cual, una vez más Coca Cola, ha dado una vuelta de tuerca, ha señalado una dirección que en Estados Unidos ha prendido fuertemente.
Me refiero al concepto que contiene el slogan expuesto al principio: magia.
Para la vuelta al paganismo, nada mejor que la Navidad sea mágica.
Según este esquema, este es un tiempo feérico, no de redención. Es decir, como lo dice la RAE, perteneciente a las hadas.
Las personas con buenos sentimientos, o bien aquellos que cultivan -cándidamente- la nostalgia de la niñez, piensan que las hadas son buenas, aunque por supuesto, estas oficialmente no existen.
Pero las hadas, como otros muchos seres míticos, representan la cara del mundo que no vemos, cuyo príncipe, el gobernante del planeta tierra es Satanás. Esto sí es parte de lo que es. Aunque no se vea con los ojos profanos.
De allí la conexión directa entre la negación y ocultamiento en la Natividad. Pues Aquel niño nació para juzgarlo y redimir a los hombres de su yugo.
Me atrevo a asegurar que en los próximos años, la gente seguramente brindará por la “magia” de las Navidades, un tiempo donde todo es posible.
Pero también estoy cierto que llegará otro tiempo, el de la cosecha, donde sólo reirán los que no hayan negado el dulce nombre de Jesús.
Para esta Natividad de Nuestro Señor Jesucristo del 2010 deseo terminar este post con la frase de Juan, más verdadera aún ahora por el hecho de ser ocultada sistemáticamente:
Verbum caro factum est,
et habitavit in nobis


El Verbo se hizo carne,
y habitó entre nosotros. Jn 1,14

Este es el tiempo que hizo el Señor. ¡Alegrémonos todos en Él! ¡Aleluya!


sábado, 4 de diciembre de 2010

Siete Peregrinos

Diariamente, durante la semana, tengo por costumbre asistir por la tarde a la iglesia adyacente al Monasterio de Santa Catalina de Siena ( uno de los más antiguos de Buenos Aires, 1745) para recibir allí la eucaristía en una pequeña ceremonia, pues no hay misa vespertina.

Este viernes (ya me habían sorprendido otras veces tan gratamente), además de la santa misa, se administraba el bautismo, primera comunión y el sacramento de la confirmación a siete personas adultas: un varón y seis mujeres.

Siete nuevos peregrinos en la ruta a la Tierra de los Vivientes. ¡Qué alegría sintió mi corazón por ellos!

Sin embargo, no pude menos que pensar en aquellos otros desventurados que pasan por los centros de apostasía, en España (tan luego) y en otros lugares!

Por supuesto que con tanta emoción, y aún con toda la preparación impartida, sus rostros denotaban el mismo sentimiento que debe haber tenido Abraham:

Por la fe, Abraham, al ser llamado por Dios, obedeció y salió para el lugar que había de
recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba. Por la fe, peregrinó por la Tierra Prometida, como en tierra extraña, habitando en tiendas de campaña, lo mismo que Isaac y Jacob…” (Hebreos 11, 8-9).

El sacerdote que oficiaba, hombre de gran  intelectualidad,  siempre gusta de enfatizar  lo primordial del tema de la Fe, y así lo hizo también en esta oportunidad, recordando que Jesús no hacía milagros donde no encontraba Fe.

No es el caso aquí de polemizar sobre una cuestión sobre la cual ya ha quedado todo perfectamente claro desde la Contrarreforma hasta el día de hoy: como lo decía en otro post, la Fe, sí, pero no sin las obras.

Me interesa mucho más destacar la virtud de la Fe vista desde la perspectiva de un punto de partida para cualquier caminante que ha sido llamado. No sabe dónde, a menudo ni siquiera cómo, pero que ha respondido a ese llamado.

Este primer paso, esta respuesta, de por sí, ya entra en la categoría “obras”: habla Señor, que tu siervo escucha : I Samuel 3,10

Por supuesto que para estos nuevos siete peregrinos se abre  ahora un período espiritual de “luna de miel”, por esta unión espiritual que han experimentado.

¿Qué rumbo tomará cada uno, luego de que este estado de embelesamiento se pase?

¿Recordarán acaso y a menudo la Escritura? elegit nos in ipso ante mundi constitutionem ut essemus sancti (Eph I, 4). Nos ha escogido, desde antes de la constitución del mundo, para que seamos santos.

¿Cuántas obras deberán realizar? ¿Cuántas otras quedarán inconclusas o quizás nonatas en el camino?

Al pensar todo esto, se me ha ocurrido que (por supuesto, además de la asistencia de N.S. Jesucristo y su Santa Madre), cada peregrino debería elegir, al menos figuradamente, un consejero de camino.

Alguien que ve la realidad, lo que es, no como en un espejo. Alguien que mora en la Tierra de los Vivientes y pueda interceder por nos.

Yo, que en estas cosas me confieso ambicioso, buscaría la compañía de varios santos y santas de mi devoción particular.

Pero si se me dijera que sólo se me permite uno, escogería sin dudar a San Miguel.

Es por eso que, cerrando ya esta breve nota, rezo al Santo Arcángel por los siete nuevos peregrinos:

Sancte Michael Archangele, defende nos in praelio. Contra nequitiam et insidias diaboli esto praesidium. Imperet illi Deus, supplices deprecamur. Tuque princeps militiae caelestis, Satanam aliosque spiritus malignos, qui ad perditionem animarum pervagantur in mundo divina virtute in infernum detrude. Amen.

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sed nuestro amparo contra la maldad y acechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder, a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén

sábado, 20 de noviembre de 2010

CHRISTUS REX

Cristo Rey y Señor del Universo

Un peregrino solitario como yo, guarda, sin embargo, una unión moral, íntima y estrechísima, con todos aquellos que participan a diario de la Eucaristía, y en segunda instancia, con todo hombre.

El sacramento nos une al Cuerpo Místico de manera misteriosa y eficaz, otorgando a cada peregrino -a cada hombre- , ya sea en solitario o en muchedumbre, el privilegio de ofrecer al Señor lo único que realmente nos pertenece, (no por derecho, sino por gracia de Su Voluntad divina, toda vez que Él, sostiene en el plano del ser, la libertad humana).

Me refiero a lo que nos es más propio, lo más nuestro e insistencial; nuestra alma, aquello que entregamos con gran gozo como un regalo a su Sacratísimo Corazón.

Pues bien, para un peregrino, además del Rosario de Nuestra Señora, existe otro rosario cuyas cuentas están conformadas por las fiestas y conmemoraciones litúrgicas del año.

En el cómputo espiritual del corazón del peregrino, mientras marcha, cada una de ellas es un misterio digno de ser meditado y aprovechado.

En nuestras manos viajeras, hoy se desliza ya el último domingo del tiempo durante el año: la fiesta de Cristo Rey.

He considerado oportuno traer a la reflexión de los hermanos algunos párrafos de la encíclica Quas Primas, de S.S. Pío XI, por su altísimo valor para iluminar estos tiempos por los que transitamos, que tanto me recuerdan a la higuera que no daba fruto.

1925: de cómo ya asomaba la cabeza el dragón:

23. Y si ahora mandamos que Cristo Rey sea honrado por todos los católicos del mundo, con ello proveeremos también a las necesidades de los tiempos presentes, y pondremos un remedio eficacísimo a la peste que hoy inficiona a la humana sociedad.

Juzgamos peste de nuestros tiempos al llamado laicismo con sus errores y abominables intentos; y vosotros sabéis, venerables hermanos, que tal impiedad no maduró en un solo día, sino que se incubaba desde mucho antes en las entrañas de la sociedad. Se comenzó por negar el imperio de Cristo sobre todas las gentes; se negó a la Iglesia el derecho, fundado en el derecho del mismo Cristo, de enseñar al género humano, esto es, de dar leyes y de dirigir los pueblos para conducirlos a la eterna felicidad.

Después, poco a poco, la religión cristiana fue igualada con las demás religiones falsas y rebajada indecorosamente al nivel de éstas. Se la sometió luego al poder civil y a la arbitraria permisión de los gobernantes y magistrados. Y se avanzó más: hubo algunos de éstos que imaginaron sustituir la religión de Cristo con cierta religión natural, con ciertos sentimientos puramente humanos. No faltaron Estados que creyeron poder pasarse sin Dios, y pusieron su religión en la impiedad y en el desprecio de Dios.

24. Los amarguísimos frutos que este alejarse de Cristo por parte de los individuos y de las naciones ha producido con tanta frecuencia y durante tanto tiempo, los hemos lamentado ya en nuestra encíclica Ubi arcano, y los volvemos hoy a lamentar, al ver el germen de la discordia sembrado por todas partes; encendidos entre los pueblos los odios y rivalidades que tanto retardan, todavía, el restablecimiento de la paz; las codicias desenfrenadas, que con frecuencia se esconden bajo las apariencias del bien público y del amor patrio; y, brotando de todo esto, las discordias civiles, junto con un ciego y desatado egoísmo, sólo atento a sus particulares provechos y comodidades y midiéndolo todo por ellas; destruida de raíz la paz doméstica por el olvido y la relajación de los deberes familiares; rota la unión y la estabilidad de las familias; y, en fin, sacudida y empujada a la muerte la humana sociedad.

La realeza de Jesucristo

Los cristianos sabemos por las palabras del propio Salvador que el Reino de Dios ya está entre nosotros, pero de tal forma que para la mayoría de los hombres es invisible (tienen ojos para ver, pero no ven). Sin embargo, el texto de la Encíclica esclarece aún más acerca de esta realidad:

Se dice con verdad que Cristo reina en los corazones de los hombres porque, con su supereminente caridad y con su mansedumbre y benignidad, se hace amar por las almas de manera que jamás nadie entre todos los nacidosha sido ni será nunca tan amado como Cristo Jesús.

Pero también se hace necesario recordar que:

Es evidente que también en sentido propio y estricto le pertenece a Jesucristo como hombre el título y la potestad de Rey; pues sólo en cuanto hombre se dice de El que recibió del Padre la potestad, el honor y el reino; porque como Verbo de Dios, cuya sustancia es idéntica a la del Padre, no puede menos de tener común con él lo que es propio de la divinidad y, por tanto, poseer también como el Padre el mismo imperio supremo y absolutísimo sobre todas las criaturas.

El es, en efecto, la fuente del bien público y privado. Fuera de El no hay que buscar la salvación en ningún otro; pues no se ha dado a los hombres otro nombre debajo del cielo por el cual debamos salvarnos.

El es sólo quien da la prosperidad y la felicidad verdadera, así a los individuos como a las naciones: porque la felicidad de la nación no procede de distinta fuente que la felicidad de los ciudadanos, pues la nación no es otra cosa que el conjunto concorde de ciudadanos. No se nieguen, pues, los gobernantes de las naciones a dar por sí mismos y por el pueblo públicas muestras de veneración y de obediencia al imperio de Cristo si quieren conservar incólume su autoridad y hacer la felicidad y la fortuna de su patria. Lo que al comenzar nuestro pontificado escribíamos sobre el gran menoscabo que padecen la autoridad y el poder legítimos, no es menos oportuno y necesario en los presentes tiempos, a saber: «Desterrados Dios y Jesucristo lamentábamosde las leyes y de la gobernación de los pueblos, y derivada la autoridad, no de Dios, sino de los hombres, ha sucedido que... hasta los mismos fundamentos de autoridad han quedado arrancados, una vez suprimida la causa principal de que unos tengan el derecho de mandar y otros la obligación de obedecer. De lo cual no ha podido menos de seguirse una violenta conmoción de toda la humana sociedad privada de todo apoyo y fundamento sólido».

POR TODO LO EXPUESTO, ESTE PEREGRINO QUIERE REAFIRMAR UNA VEZ MÁS LA REALEZA SOCIAL DE CRISTO.

ÉL ES EL ÚNICO REY POR EL CUAL VALE LA PENA SERVIR Y DAR HASTA LA VIDA MISMA: ¡VIVA CRISTO REY!

sábado, 13 de noviembre de 2010

Incluso de los que están de paso.


Tú obras fielmente, al ponerte al servicio de tus hermanos, incluso de los que están de paso”. Epístola III de San Juan 1,5-8

En el camino, a veces encontramos otros peregrinos que están de paso, y han quedado lastimados o golpeados por los hombres y la vida, como el pobre encontrado por el samaritano.

Esos que están de paso, son nuestro prójimo. Acercarnos, ayudarlos; amarlos es deber para el cristiano.

Pero dentro de cada hombre encontrado en el camino hay una incógnita: ¿cómo reaccionarán a nuestra ayuda? Dentro del ser humano existe una oscuridad impenetrable para sus semejantes, que hace que en la práctica, no sepamos a quién estamos ayudando, ni cómo reaccionará.

Sin embargo, en algún momento el modo de cada uno se pone de manifiesto, pues para el que desea amar a su prójimo, se cumple la escritura: Para los buenos brilla una luz en las tinieblas : es el Bondadoso, el Compasivo y el Justo: Salmo 112(111),1-2.3-4.5-6. Es el propio Dios quien a su debido tiempo revela la naturaleza de quien estamos ayudando.

¿El pobre socorrido por el buen samaritano, habrá agradecido? O si no pudo hacerlo con quien correspondía, ¿lo habrá hecho con otro, ayudándolo a su vez?1

¡Para un peregrino, es todo un humano desafío vaciar sus alforjas y entregarlas a un desconocido!

El Señor nos enseña también que ante cualquier falta del hermano, en este caso, el desagradecido, debemos perdonar setenta veces siete. ¡Ved cuán difícil es ser peregrino en camino hacia la Tierra de los Vivientes!

A veces la marcha por el camino semeja una tarea de titanes, más allá de nuestras fuerzas. A veces a quienes ayudamos, una vez restablecidos, nos tratan de soberbios, o de enfermos paranoicos, como resultado de nuestras acciones.

Otras veces, al contrario, nos devuelven el ciento por uno, inesperadamente.

Más allá de los sentimientos humanos de frustración, desencanto o bien de grata emoción por la retribución no esperada, un peregrino experimentado no deberá perder de vista jamás el fin del Camino.

Allí se cumplirá también la escritura:”Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?" San Lucas 18,1-8.

En definitiva, como ya resultará evidente, nada puede un peregrino sin la Fe.
Sí, sin la Fe, pero también las obras.

1Al respecto, véase el tema de la culpa y el perdón en: Romano Guardini Ética,Apartado tercero, Cap. III, ED. BAC

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Lo que realmente es.

Para un peregrino, lo peor que le puede pasar es sufrir un espejismo, experimentar un camino paralelo, llegar a un trecho de piso cenagoso que le impida avanzar.
Al contrario, un peregrino necesita un piso firme en su sendero, para caminar su jornada con el corazón pleno.
El aire, la suavidad del pasto, la fronda de los árboles, las huellas de aquellos que ya pasaron por allí, el rumor del viento, todo nos habla del Dios que sostiene la realidad por medio de un simple acto: pensarnos.
Hubo un peregrino que se ocupó como nadie de estas cuestiones.
En las palabras de Su Santidad, yo también quiero rendirle homenaje a quien fuera su maestro buscando la Verdad desde su sendero.
Lo que sigue es un extracto de la alocución papal en la Fundación Romano Guardini:

En el discurso de agradecimiento con ocasión de la celebración de su 80 cumpleaños, en febrero de 1965 en la Universidad Ludwig-Maximilian de Munich, Guardini describe la tarea de su vida, como él la entendía, como un modo “de interrogarse, en un continuo intercambio espiritual, qué significa una Weltanschauung cristiana" (Stationen und Rückblicke, S. 41). La visión, esta mirada conjunta sobre el mundo, fue para Guardini no una mirada desde el exterior como de un mero objeto de investigación. Él no pretendía tampoco la perspectiva de la historia del espíritu, que examina y pondera cuanto otros han dicho o escrito sobre la forma religiosa de una época. Todos estos puntos de vista eran insuficientes según Guardini. En los apuntes sobre su vida, él afirmaba: “Lo que inmediatamente me interesaba no era la cuestión de lo que alguien dijera sobre la verdad cristiana, sino de qué es lo verdadero" (Berichte über mein Leben, S. 24). Y era este planteamiento de su enseñanza lo que nos impresionó a nosotros los jóvenes, porque nosotros no queríamos conocer un “espectáculo pirotécnico” de las opiniones existentes dentro o fuera de la Cristiandad: nosotros queríamos conocer lo que es. Y allí estaba uno que sin temor y, al mismo tiempo, con toda la seriedad del pensamiento crítico, planteaba esta cuestión y nos ayudaba a pensar juntos. Guardini no quería saber una o muchas cosas, él aspiraba a la verdad de Dios y a la verdad sobre el hombre. El instrumento para acercarse a esta verdad era para él la Weltanschauung – como se la llamaba en aquel tiempo – que se realiza en un intercambio vivo con el mundo y con los hombres. Lo específico cristiano consiste en el hecho de que el hombre se sabe en una relación con Dios que lo precede y a la cual no puede sustraerse. No es nuestro pensar el principio que establece la medida de las cosas, sino Dios que supera nuestra medida y que no puede ser reducido a entidad alguna creada por nosotros. Dios se revela a sí mismo como la verdad, pero esta no es abstracta, sino al contrario, se encuentra en lo concreto-viviente, en fin, en la forma de Jesucristo. Quien sin embargo quiere ver a Jesús, la verdad, debe “invertir la marcha”, debe salir de la autonomía del pensamiento arbitrario hacia la disposición a la escucha, que acoge lo que es.

¡Qué golpe a la auto determinación contemporánea! ¡Qué ariete contra aquellos que piensan que la Verdad revelada va tomando diversas formas culturales de acuerdo a la época!
De cómo la santidad de pocos peregrinos, puede cambiar el mundo. Así sea.


sábado, 30 de octubre de 2010

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente:

¿Cuándo iré a contemplar el rostro de Dios? Salmo 42,2.3.5.


He tomado prestado para este post parte del artículo escrito por monseñor Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos, ante la inminencia de la celebración de los fieles difuntos.
* * *
Nosotros celebramos el cumpleaños el día de nuestro nacimiento. La Iglesia, en cambio, procede de otro modo. Para ella, "el día del nacimiento" de sus hijos -el dies natalis- es el día de la muerte. Eso explica que cuando declara que alguno de ellos es santo, fija su celebración el día de su muerte, no el de su nacimiento.
Este modo de proceder no es una rareza ni un afán de singularizarse, sino que responde a la idea que ella tiene de la muerte. La Iglesia es consciente de que el hombre, como todos los seres vivos de la tierra, cambia con el paso de los años, envejece y, al final, siente en su carne la muerte corporal. Pero ella, a diferencia de quienes tienen una concepción materialista del mundo y del hombre, profesa que la muerte no es el final del hombre sino el final de su etapa terrena y de su peregrinación por este mundo. Es el final del caminar terreno pero no el final de nosotros mismos, de nuestro ser: nuestra alma es inmortal y nuestro cuerpo está llamado a la resurrección al final de los tiempos.
La concepción que la Iglesia tiene de la muerte es, pues, profundamente esperanzada. Me atrevería a decir que es incluso gozosa. Ella no ve en la muerte una tragedia que nos destruye y sepulta en el reino de la nada, sino la puerta que nos abre a una nueva vida; vida que no tendrá fin. Por eso, el máximo enigma de la vida humana, que es la muerte, queda iluminado con la certeza de una eternidad con Dios.
Agrego: por eso exclamó el Apóstol San Pablo: “Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia” Flp, 1,18-26

Esta idea de la vida y de la muerte del hombre es una fuente inagotable de consuelo. Una esposa o una madre, por ejemplo, dicen a su cónyuge o a su hijo mas que "adiós", "hasta luego" o "hasta pronto", sabedores de que un día volverán a encontrarse. El ramo de flores que depositamos en la tumba de nuestros antepasados, expresa nuestro convencimiento de que ellos perviven y de que nosotros nos sentimos unidos a ellos con vínculos realísimos. Lo mismo ocurre con el diálogo que tantas veces mantenemos con ellos: no es un sentimentalismo vano, sino que responde a una realidad muy profunda.

Agrego: Esto suponiendo que peregrinaron luchando “el buen combate” 2 Tim,4,7
La comunión de vida, afectos y creencias que hemos mantenido en la vida, no se destruyen sino que se subliman; por eso, rezamos por nuestros difuntos y por eso rezamos a nuestros difuntos. Esta comunión es particularmente intensa en la celebración de la Eucaristía, pues en ella nos unimos con vínculos especiales todos los que somos miembros de Cristo, con independencia de que peregrinemos todavía en este mundo o hayan llegado ya al final y se purifiquen o gocen de la visión de Dios.

Agrego: este es el sentido de la celebración de Todos los Santos (no Halloween), y la de los Fieles Difuntos, al día siguiente.
La muerte no es nunca una comedia. Menos todavía, una tragicomedia. Para quienes creemos en Jesucristo, es una puerta de fe y esperanza que nos introduce en el encuentro definitivo con él y con todos los que hemos estado unidos aquí abajo. Sólo por esto vale la pena ser cristiano.

Agrego: todo lo demás que se ve en el mundo, es pura hipocresía y manipulación de los que quedan, vean sino lo que dice el Apóstol en la misma epístola a Timoteo mencionada anteriormente:

La impiedad de los últimos tiempos:

3:1 Quiero que sepas que en los últimos tiempos sobrevendrán momentos difíciles.
3:2 Porque los hombres serán egoístas, amigos del dinero, jactanciosos, soberbios, difamadores, rebeldes con sus padres, desagradecidos, impíos,
3:3 incapaces de amar, implacables, calumniadores, desenfrenados, crueles, enemigos del bien,
3:4 traidores, aventureros, obcecados, más amantes de los placeres que de Dios;
3:5 y aunque harán ostentación de piedad, carecerán realmente de ella. ¡Apártate de esa gente!
3:6 Así son los que se introducen en los hogares, seduciendo a mujeres frívolas y llenas de pecados, que se dejan arrastrar por toda clase de pasiones,
3:7 esas que siempre están aprendiendo, pero nunca llegan a conocer la verdad.
3:8 Así como Janés y Jambrés se opusieron a Moisés, ellos también se opondrán a la verdad: son hombres de mentalidad corrompida, descalificados en lo que refiere a la fe.
3:9 Pero no irán lejos, porque su insensatez se pondrá de manifiesto como la de aquellos.

lunes, 18 de octubre de 2010

Cor ad cor loquitur (II)

En el post anterior escribía sobre la importancia de saber hacer silencio y escuchar al corazón.
El corazón habla al corazón, he ahí una guía hacia el Maestro.
Muchas personas sienten una gran devoción por el Sagrado Corazón de Jesús.
Sin embargo, no se llega a él tan fácilmente. No es cuestión de novenas, aunque ellas no vengan mal, sino de una cantidad de elementos, de una conjunción de los mismos, entre los que se destaca la Fe.
A veces, a un pobre peregrino como yo, nunca le sobra la Fe.
Lo que equivale a decir que en todo caso, le falta, como le faltó hasta al mismísimo San Pedro.
Para aquellos que somos pobres y flacos en cualidades sobrenaturales, Nuestro Señor Jesús nos ha dejado un camino alternativo para llegar a Él.
Es el Corazón Inmaculado de María, nuestra madre.
Para entender esto puede ser suficiente una breve indicación: "Corazón" significa en el leguaje bíblico el centro de la existencia humana, la confluencia de razón, voluntad, temperamento y sensibilidad, en la cual la persona humana encuentra su unidad y su orientación interior.
El "corazón inmaculado" ( o puro, como se traduce en Mateo 5,8) es un corazón que a partir de Dios ha alcanzado una perfecta unidad interior, y por lo tanto "ve a Dios".
La devoción al Corazón Inmaculado de María, es pues, un acercarse a esa actitud del corazón de Nuestra Señora, en la cual el "fiat voluntas tua" -hágase Tu voluntad- se convierte en el centro animador de toda la existencia.
Este Corazón Inmaculado es una brújula certera; un imán hacia el camino, una mano que toma la nuestra y nunca nos abandona, invocación mediante, pues el Maligno no tiene poder sobre ella,
Y si alguno objetara que no debemos interponer a un ser humano entre nosotros y Cristo, se le podría responder con una muy alta teología acerca de quien es la Reina del Cielo, pero a un peregrino pobre y solitario, le basta contestar aquella objeción con esta pregunta: ¿De quien podremos nosotros aprender mejor en cualquier tiempo sino de la Madre del Señor?
Ya tenemos su promesa: "Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará".

sábado, 16 de octubre de 2010

En la niebla: cor ad cor loquitur


"El corazón habla al corazón", este fue el lema del cardenal Newman, quien utilizó con inteligencia la razón para entender a fondo lo que la fe propone; sin embargo, como hombre santo que también era, él se dio cuenta de que sólo con el corazón se puede captar la verdad profunda de Dios y del hombre.
Muchas veces en el camino del peregrino, se levanta una niebla espesa, que no deja ver el camino, ni a los costados; ni siquiera el sendero recorrido.¡Tan distinto que el camino cuya foto adorna este blog! Enigmático, con una curva que no nos deja ver hacia dónde se dirige, pero claro en la visión.
Perdido en la niebla, acuden a mi memoria algunos dichos recogidos por ahí, en años de marcha: “Quise buscar rumbo...y me perdí” (de Don Ata) ¡qué fácil es extraviarse y perder todo lo que hemos avanzado! O pensar, engañados, que estamos atravesando el opus nigrum de los alquimistas verdaderos.
O al menos eso es lo que el Adversario, ese que se esconde artero en la niebla, quiere hacernos creer cuando desesperamos. Toda nuestra aparente pérdida, aún de orientación, es ganancia para el enemigo, el acusador, el padre de la mentira, la serpe antigua.
Cuando los ojos no ven, cuando calla el entendimiento, cuando perdemos el señorío de nosotros mismos en la niebla del camino, ese es el momento de hacer silencio y escuchar al corazón.
Santa Margarita María Alacoque, cuya fiesta se celebró hoy, 16 de octubre, lo supo por una gracia especial: fue el mismo corazón sacratísimo de Jesús quien le habló a su pequeño corazón. Pero no todo fueron rosas, por supuesto.
De novicia no podía aprender a hacer oración, aun cuando acudía con frecuencia ante el Santísimo Sacramento - notó su superiora - para ponerse en su presencia “como se extiende un lienzo ante el pintor”.
Y he aquí que, el 27 de diciembre de 1673, daba comienzo el descubrimiento espiritual que formaría el núcleo de su vida. Luego, el 16 de junio de 1675, Jesús le mostraría a Margarita María su Corazón, “este Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no recibe a cambio sino ingratitud”.
Aún en medio de la niebla, desorientados, es necesario hacer silencio, parar por unos segundos la marcha y encontrar muy dentro nuestro “aquello que es más interior a nosotros que nosotros mismos”: el mismo pensamiento creador que nos sostiene en la existencia.
Luego, recordar: “Confía en el Señor y practica el bien; habita en la tierra y vive tranquilo: que el Señor sea tu único deleite, y él colmará los deseos de tu corazón” (Salmo 37)


 

domingo, 10 de octubre de 2010

¡Levántate de la mesa con apetito!

Cuando al Siddharta de Herman Hesse le preguntaban qué sabía hacer, él contestaba:
-Yo sé ayunar, sé meditar y sé esperar.
Cualidades útiles para cualquier peregrino, aún para el príncipe Gautama, quien no sabía hacia dónde se encaminaba.
Desde el punto de vista de un peregrino cristiano, existe numerosa literatura sobre el ayuno, así como de la meditación, oración, y por cierto de la virtud de la Esperanza.
¿Qué podría agregar yo, desde mi propio camino, caminado a medias?
¡Cuántas veces me he caído, arrastrado, levantado o corrido por este mi sendero!
Hablemos del ayuno.
Mi abuelo, que se decía ateo y era un buen señor (como el anarquista descripto por Conrado Nalé Roxlo) siempre me decía: “debes levantarte de la mesa con apetito”.
Mi abuelo hasta el final de sus días fue Señor de su cuerpo. A su manera sencilla, de basko viejo, ya cuando las piernas no le respondían bien, tomaba una varita y las castigaba, como si estas fueran un animal obstinado, diferente de él mismo, de su unidad cuerpo-alma.
“Piernas de porquería, me llevarán a donde yo quiero” exclamaba, porfiado.
Es por eso que para mí, el concepto de ayuno, de privación voluntaria, estuvo asociado tempranamente con el Señorío de uno mismo, más que con la mortificación cristiana, concepto adquirido mucho después.
Creo que un concepto no se contrapone con el otro, pues solamente se es libre en el camino, cuando uno puede dejar todo atrás.
A veces les pregunto a mis alumnos:
-si tuvieran que partir esta noche sin llevar nada: ¿podrían hacerlo?
¿No?, Claro, pues tienen afectos, obligaciones, empleos, posesiones.
Es comprensible no poder hacerlo.
Pero entonces -retruco: ustedes no son libres.
El ayuno provee la condición esencial para ser libre. Pero también nos abaja, nos convierte a la humildad, pues pronto descubre uno que nada de lo que creemos poseer es nuestro, y lo que es más: se descubre que en el camino nada hay permanente. Hoy tienes, mañana no. Si tienes en abundancia, levántate de tu mesa con apetito.
En realidad para ser un buen peregrino, el único deseo que debes -y puedes- permitirte siempre es el del pan del camino, la Eucaristía.
Por eso, para peregrinar, le basta a cada día su propio afán. Allí se encuentra el ideal del Salmo 37:
“Encomienda tu suerte al Señor, confía en él, y él hará su obra”

domingo, 3 de octubre de 2010

Peregrinación y Prueba

Hoy, 3 de octubre, se ha realizado la peregrinación anual de la Arquidiócesis de Buenos Aires hasta el santuario de Nuestra Señora de Luján, Patrona de la Argentina, distante unos 50 kilómetros.
Más de un millón de personas lo ha hecho a pie, como todos los años.

Un rebaño, una grey impresionante de cientos de cuadras abigarradas, de personas que van a pedir, a dar gracias, a ver a su Madre. Tienen al Buen Pastor y un Soplo los acompaña: el Espíritu Santo.
Por supuesto que entre tantas personas los hay de todo tipo y devoción. Fe sociológica; auténtica piedad, igualmente para todo peregrino, la meta es lo trascendente, lo inexplicable en términos puramente humanos. Se mueven hacia una meta que no comprenden muy bien, pero a la cual es necesario llegar. Es el encontrar el non plus ultra de toda persona. Esto sólo hace valer el cansancio y las llagas de cualquiera de ellos. Quizás alguno recuerde a Vito Dumas, quien escribió: “debo avanzar; debo avanzar siempre”.

Janus Coeli. Al cielo por María, ella cobija y protege a la Nación de extravíos y tiempos adversos como el presente. Argentina Católica. Reserva del mundo. Finis terrae.

Como pone muy bien el título de este blog, yo también soy un Peregrino. Pero podría decirse que lo soy en solitario, y que peregrino diariamente, no una vez por año.
La meta resulta ser la misma, pero distinta. Yo viajo conscientemente hacia la Morada de los Vivientes, adonde me aguarda el REY. Él es un Dios de Vivos, como lo dejó muy claro, no de muertos. Tengo presente que para arribar a mi destino, debo pasar por oscuras quebradas, y aceptar un tránsito sombrío que todos quieren evitar o al menos dilatar: la muerte.
Llevo en mi alforja un alimento diario: la eucaristía. Y en forma paradojal, es este alimento diario el que además de darme un sustento espiritual y físico, me permite estar unido a toda la Iglesia peregrina. Es así que aún desde mi vocación de solitario, que puedo exclamar: todo hombre es mi hermano (S.S. Pablo VI , 1971).

Hermanos que han marchado a Luján: sepan que en este tiempo de leyes contrarias al Derecho Natural, de asesinatos de Santos Inocentes sin castigo, y demolición gramsciana de la cultura y valores, su esfuerzo, y sobre todo su anhelo no se verán defraudados.

La Argentina será fiel a su estirpe y a su legado, y bajo el manto de María será preservada, por los méritos de Nuestro Señor y de la sangre inocente que corre ya como en un riego, una aspersión misteriosa y profunda.

Argentina: ¡canta y camina! Está llegando la hora de la Prueba: acéptala con alegría.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Ideal

Salmo 37

Confía en el Señor y practica el bien; habita en la tierra y vive tranquilo:
que el Señor sea tu único deleite, y él colmará los deseos de tu corazón.

Encomienda tu suerte al Señor, confía en él, y él hará su obra;
hará brillar tu justicia como el sol y tu derecho, como la luz del mediodía.

Aléjate del mal, practica el bien, y siempre tendrás una morada,
porque el Señor ama la justicia y nunca abandona a sus fieles. Los impíos serán aniquilados y su descendencia quedará extirpada.

La salvación de los justos viene del Señor, él es su refugio en el momento del peligro;
el Señor los ayuda y los libera, los salva porque confiaron en él.