domingo, 23 de enero de 2011

Mis pies en la sangre del camino


Muchas veces, cuando transito mi camino de peregrino en rumbo a la Tierra de los Vivientes, al andar, mis pies se van impregnando de aquellos materias predominantes de los lugares en que transito: la buena tierra, la hierba; también los abrojos.

Cada uno de ellos representa algo: la hierba verde, la paz y la esperanza recibida en múltiples bendiciones, la tierra, que me recuerda constantemente mi condición de nexo entre dos mundos: un puente de plata entre el planeta tierra y el mundo espiritual.

A menudo, junto con estos materiales y muchos más, encuentro el camino regado con sangre de mártires.

Es que no se puede comprender cabalmente un peregrinaje: ¡qué digo! Un cristianismo sin mártires.

Últimamente mis pies cada día transitan más y más sobre caminos donde esa sangre preciosa -a imagen de Nuestro Señor- se hace más y más abundante.

Este último viernes, 21 de enero, festividad de Santa Inés - Agnesse, virgen y mártir, he sentido en forma particularmente vívida la necesidad de escribir sobre el martirio y (un tópico moderno), la libertad religiosa.

Vaya pues esta primera entrega en el blog dedicada a estos temas.

El domingo 23 del corriente, un diario de Córdoba (España), publicaba un artículo muy revelador, titulado “Cristianos contra las cuerdas”. Transcribo algunos párrafos relevantes y le he agregado un hiper enlace hacia la película a la cual hace referencia:

La recién estrenada película francesa Des hommes et des dieux , y el aniversario de la matanza de frailes cistercienses en Argelia, pone sobre el tapete de la actualidad más lacerante un gravísimo problema de nuestro tiempo: la persecución religiosa contra los cristianos, sean cristianos coptos, católicos u otros de las diversas iglesias y confesiones.
Con toda razón, el Papa Benedicto XVI consagró su formidable discurso al cuerpo diplomático, hace unos días, al tema de la libertad religiosa, tan conculcada en estos últimos tiempos en no pocos países del mundo.
Dicen los entendidos que el Islam es una religión pacífica y pacificadora. Que nada más ajeno al Corán que toda violencia asesina. Puede que sea así.
Pero no es esa la sensación que percibimos. Todo lo contrario. Hay un radicalismo increíble en minorías fanáticas islamistas que no paran ante nada ni ante nadie en su particular guerra contra la cruz, contra los cristianos. No nos engañemos y llamemos a las cosas por su nombre. En muchísimos países --musulmanes y no musulmanes-- la libertad religiosa brilla por su ausencia.
China, Corea del Norte, Birmania, India, Pakistán. Y no digamos nada del mundo islámico, especialmente Arabia Saudita. Turquía es sin duda el país más laico del mundo musulmán. Aunque allí no se puede repartir en la calle objetos religiosos cristianos. Podría uno ir a la cárcel.
En algunos países como Sudán, Egipto, Irak, Nigeria, Somalia la conversión al cristianismo está castigada con pena de muerte. No existe libertad alguna para construir iglesias cristianas. Las conversiones son prácticamente nulas.
Y peor todavía que esa falta de libertad es la persecución hasta el martirio como pasó en Egipto hace poco más de un mes con los coptos de Alejandría. O como ocurrió en Irak, incluso asesinando un obispo católico y antes a grupos cristianos en el mismo interior del templo.
Zapatero y Erdogan en Turquía levantaron esa bandera de la llamada Alianza de Civilizaciones. La idea es buena, si se quiere muy buena, pero no ha servido para nada.
Es más: no han levantado su voz contra la persecución y martirio de cristianos. Y eso es una vergüenza. Tan solo Sarkozy y Angela Merkel han denunciado esos atropellos.
No. El martirio no es cosa del mundo romano. Hoy hay tantos mártires --o más-- que en tiempos de Nerón. Ni en siglo XX ni en el XXI ha cesado el martirio ni se ha hecho realidad el derecho a la libertad religiosa . Aquí los musulmanes pueden levantar mezquitas y expresar su fe en privado y en público. Y tienen plena libertad. Occidente debe exigir el mismo comportamiento al Islam. Convivencia, respeto, acatar ellos nuestra identidad. Y nosotros ser más fieles a nuestras raíces.
Como ha dicho Merkel: "No es que haya aquí muchos islamistas. Es que hay pocos cristianos". He ahí la triste realidad de esta Europa. Por desgracia.
Termino este post con un interrogante que se ha abierto en mi espíritu  como una gran pregunta, aún sin respuesta: San Esteban, protomártir cristiano, Santa Inés, Santo Tomás Moro, los mártires que la Iglesia ha incorporado al canon de la misa, aquellos otros ignotos sobre los que nos obliga aún más nuestro reconocimiento: ¿habrán pensado en la libertad religiosa? Se habrían amparado en ella, de existir la misma, o hubieran exclamado como San Esteban: “estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre que está de pie a la diestra de Dios” Hch 7, 57


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