sábado, 16 de octubre de 2010

En la niebla: cor ad cor loquitur


"El corazón habla al corazón", este fue el lema del cardenal Newman, quien utilizó con inteligencia la razón para entender a fondo lo que la fe propone; sin embargo, como hombre santo que también era, él se dio cuenta de que sólo con el corazón se puede captar la verdad profunda de Dios y del hombre.
Muchas veces en el camino del peregrino, se levanta una niebla espesa, que no deja ver el camino, ni a los costados; ni siquiera el sendero recorrido.¡Tan distinto que el camino cuya foto adorna este blog! Enigmático, con una curva que no nos deja ver hacia dónde se dirige, pero claro en la visión.
Perdido en la niebla, acuden a mi memoria algunos dichos recogidos por ahí, en años de marcha: “Quise buscar rumbo...y me perdí” (de Don Ata) ¡qué fácil es extraviarse y perder todo lo que hemos avanzado! O pensar, engañados, que estamos atravesando el opus nigrum de los alquimistas verdaderos.
O al menos eso es lo que el Adversario, ese que se esconde artero en la niebla, quiere hacernos creer cuando desesperamos. Toda nuestra aparente pérdida, aún de orientación, es ganancia para el enemigo, el acusador, el padre de la mentira, la serpe antigua.
Cuando los ojos no ven, cuando calla el entendimiento, cuando perdemos el señorío de nosotros mismos en la niebla del camino, ese es el momento de hacer silencio y escuchar al corazón.
Santa Margarita María Alacoque, cuya fiesta se celebró hoy, 16 de octubre, lo supo por una gracia especial: fue el mismo corazón sacratísimo de Jesús quien le habló a su pequeño corazón. Pero no todo fueron rosas, por supuesto.
De novicia no podía aprender a hacer oración, aun cuando acudía con frecuencia ante el Santísimo Sacramento - notó su superiora - para ponerse en su presencia “como se extiende un lienzo ante el pintor”.
Y he aquí que, el 27 de diciembre de 1673, daba comienzo el descubrimiento espiritual que formaría el núcleo de su vida. Luego, el 16 de junio de 1675, Jesús le mostraría a Margarita María su Corazón, “este Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no recibe a cambio sino ingratitud”.
Aún en medio de la niebla, desorientados, es necesario hacer silencio, parar por unos segundos la marcha y encontrar muy dentro nuestro “aquello que es más interior a nosotros que nosotros mismos”: el mismo pensamiento creador que nos sostiene en la existencia.
Luego, recordar: “Confía en el Señor y practica el bien; habita en la tierra y vive tranquilo: que el Señor sea tu único deleite, y él colmará los deseos de tu corazón” (Salmo 37)


 

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